Hablamos de la escasez de alojamiento como si fuera un problema de bienes raíces, y lo son, pero también son un problema de transporte. Amontonar a las masas en las ciudades no sería tan necesario si nuestros trenes corrieran más rápido. Pero los estadounidenses han perdido la fe en su capacidad para construir un gran transporte público, especialmente trenes. Los proyectos se alargan eternamente y queman el dinero. En Nueva York, el metro de la 2ª Avenida costó más de 2.000 millones de dólares por milla, y California ha estado tratando de construir una línea ferroviaria de alta velocidad entre San Francisco y Los Ángeles desde 2008, a un costo que ahora va a ser de más de 130.000 millones de dólares (y todavía no hay trenes en funcionamiento). Es por eso que estamos tan atascados con los debates YIMBY / NIMBY.