Cuando el miedo atraviesa tu ego, te quedas en un estado de tristeza que se siente como el final de todo. Es como si la vida se hubiera derrumbado y ya nada tuviera sentido. Pero en esos mismos momentos, algo más profundo comienza a despertar. Comienza a formarse una tranquila fuerza interior, apoyada por la misma fuerza de la naturaleza que una vez te empujó al dolor. Esa transformación comienza cuando anclas tu dolor a algo más grande que tú mismo. Podría ser la divinidad dentro de ti, o la presencia divina que fluye a través de quienes te rodean y que te ofrecen apoyo emocional cuando más lo necesitas. En esa rendición, sucede algo profundo. El yo se convierte en un amigo de sí mismo. Pero antes de ese cambio, el yo era su peor enemigo, cegado por el ego y desconectado de su verdad. Solo cuando el ego se rompe, emerge el verdadero yo, listo para sostener tu mano a través de la oscuridad que una vez negó.
3.36K