La decisión del presidente Trump de levantar las sanciones fue un paso de principios, que ofrece al pueblo sirio la oportunidad de superar años de sufrimiento y atrocidades inimaginables. La comunidad internacional se ha unido en gran medida al naciente gobierno sirio, observando con cauteloso optimismo mientras busca pasar de un legado de dolor a un futuro de esperanza. Sin embargo, esta frágil ambición ahora se ve ensombrecida por una profunda conmoción, ya que los actos brutales de las facciones beligerantes sobre el terreno socavan la autoridad del gobierno y alteran cualquier apariencia de orden. Todas las facciones deben deponer inmediatamente las armas, cesar las hostilidades y abandonar los ciclos de venganza tribal. Siria se encuentra en una coyuntura crítica: la paz y el diálogo deben prevalecer, y prevalecer ahora.
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