Cada fundador que admiras ha sobrevivido en silencio a momentos que harían que la mayoría de las personas se rindieran. No hay un manual para las noches sin dormir, los errores de contratación o para explicar a tu familia por qué perdiste otro fin de semana. Parece libertad, pero la mayoría de los días respondes a tu propia ambición, tus propias dudas y la presión de hacer algo real. Aprendes que la parte más difícil no son los contratiempos, sino ser honesto contigo mismo sobre lo que está funcionando y lo que no, cuando nadie más te lo dirá. La mayoría de las personas piensan que los fundadores están hechos para el riesgo. La verdad es que los fundadores están hechos para la incertidumbre. Esa es la parte para la que nadie te prepara.
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