Si los natalistas se tomaran en serio la comunicación pública, enseñarían a los que no tienen bebés que a los bebés les encanta estar afuera por la noche. Las luces, el ruido, el bullicio, las multitudes, la música. Mucho más entretenido e interesante que los juguetes de sonajero en casa. Los calma. Recuerdos ancestrales de rituales, festivales.

Los bebés no son los que limitan tu estilo. Contrariamente a lo que se podría pensar, les encantan las aventuras, viajar, el ruido, socializar. Puedes llevarlos en un brazo como un saco de patatas y no les importa. Son los parientes mayores, los entrometidos, la propaganda anti-natal la que limita tu estilo.

Pasar por la vida con un bebé pequeño como un espíritu totem que misteriosamente aprueba o desaprueba todas tus acciones con un "ooohhh" o "wahhhh."