Hace 15 años, después de que las apuestas imprudentes de Wall Street hicieran caer nuestra economía, promulgamos la Ley Dodd-Frank, un paso para controlar a los grandes bancos y evitar que las familias trabajadoras volvieran a pagar el precio. Dodd-Frank fue claro: los consumidores primero, no Wall Street. Pero la administración Trump no está de acuerdo.
Una de sus mayores victorias fue la creación de la CFPB, que ha devuelto más de 21 mil millones de dólares a los estadounidenses que fueron estafados por grandes bancos y corporaciones gigantes. A la administración Trump no le gusta que las grandes corporaciones puedan ser responsables, así que siguen intentando acabar con la agencia. Pero estamos luchando de vuelta.
Dodd-Frank reprimió las apuestas arriesgadas de Wall Street al fortalecer los requisitos de capital para prevenir otro colapso financiero. Los bancos "demasiado grandes para caer" ahora tienen un poco más de participación en el juego, protegiendo a las familias trabajadoras de tener que asumir la factura si su toma de riesgos explota.
La administración Trump aprendió todas las lecciones equivocadas de 2008. Están desmantelando la CFPB, deshaciendo las salvaguardias financieras y devolviendo las llaves a Wall Street. Si no cambiamos de rumbo, el próximo colapso financiero no será una sorpresa. Será un fracaso que podría haberse prevenido.
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