El modelo mental correcto para las monedas de contenido es marcar el tiempo de tu vida. No se trata de especular. Se trata de decir que estuviste allí. Apoyaste a un creador antes de que el mundo lo notara. Marcaste un momento que fue importante para ti. Es tu álbum digital. Las blockchains son fundamentalmente máquinas de marcar el tiempo. También lo es la historia. Ahora, estamos democratizando ese poder: cada individuo en el planeta puede publicar un momento en la permanencia. Ese es un deseo humano legítimo. Puedes emocionalizar las monedas de contenido. Eso es válido. Pero intelectualizarlas —argumentar que tienen un valor de inversión sostenible más allá de un pequeño círculo— es un error. No cada momento merece un mercado líquido. La mayoría de los recuerdos personales no tendrán valor de reventa —a menos que seas Taylor Swift. Y está bien. Las monedas de contenido no se tratan de precio. Se trata de prueba de que te importó.