Mis pensamientos están con la familia, amigos y colegas de Wesley LePatner, una de las víctimas del trágico tiroteo en Midtown Manhattan. Una ciudad es tan fuerte como su gente, y Wesley LePatner representaba lo mejor de Nueva York. Dejó un impacto duradero dondequiera que iba: como ejecutiva senior en Blackstone, una congregante devota en la sinagoga Altneu y una miembro dedicada de la junta en la Escuela Heschel. Wesley vivió como todos deberíamos esforzarnos por vivir: con propósito cívico, compasión y un compromiso con algo más grande que ella misma. Era una esposa y madre devota, una profesional distinguida y una neoyorquina con un espíritu público incansable, cuyo amor por la familia y la comunidad era palpable para todos los que conocía. Que su memoria sea una bendición.
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