Hay un amplio consenso que afirma lo que los padres ya saben: los simulacros obligatorios de tiroteos en las escuelas son profundamente traumáticos para los niños y no hay evidencia de que disminuyan las fatalidades. No deberíamos usar los dólares de los contribuyentes para obligar a los niños a participar en estrategias ineficaces de los años 90. Los padres merecen el derecho a excluir a sus hijos. Mi enmienda afirmativa pasó anoche en el Comité de Apropiaciones de manera bipartidista, y seguiré trabajando con colegas de ambos lados del pasillo para avanzar en esta legislación.