Hay un atisbo de verdad en esto, exagerado para invitar a la sospecha en un mundo polarizado. Ningún nombrado político hace ninguna imputación; todo lo hacen los estadísticos utilizando métodos estándar. Los datos del IPC pueden ser un poco más ruidosos, pero no contienen sesgo político.

Hay suficientes problemas económicos genuinos en este momento como para no necesitar inventar otros nuevos que aviven la indignación. El IPC todavía se basa en miles de cuidadosas observaciones de precios. Con más recursos podría ser más preciso. Pero no ha habido injerencia política (hasta ahora).