El miedo proviene de la noción de que debemos hacer todo por nosotros mismos. Necesitamos encontrar un socio, conseguir un trabajo, establecer un negocio, ganar dinero, comprar una casa, proporcionar condiciones para nuestra familia… Pensamos que depende de nuestra fuerza física y capacidad mental manifestar esas cosas. Esto nos coloca en un estado de estrés y ansiedad perpetuos, porque somos conscientes de nuestras limitaciones, mientras que el mundo parece aleatorio y peligroso. Pero si entendemos que nuestros cuerpos y mentes son recipientes y que la energía creativa e inteligente trabaja a través de nosotros, podemos darnos cuenta de posibilidades casi ilimitadas. Somos el campo de acción, pero la carga proviene de afuera, y el resultado depende de nuestra capacidad para atraer esa carga. Atraemos la carga externa a través de una fe genuina.