En Duke, Sally Kornbluth presidió múltiples escándalos de fraude en la investigación, represalias contra denunciantes y una cultura de teatro de cumplimiento. En lugar de rendir cuentas, fue promovida—primero a Provost en Duke y luego a Presidenta del MIT. Así es como funciona el juego: la mala conducta se entierra, los burócratas se protegen entre sí y el mismo manual fallido se exporta de una universidad de élite a otra. Sin reformas, solo un cambio de marca. Hasta que no haya rendición de cuentas externa, la corrupción no se castiga—se promueve.
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