El cambio impulsado por la IA es sísmico e incluye una corrección de rumbo muy necesaria en nuestro viaje interminable para alcanzar nuestro máximo potencial, lo que nunca iba a suceder con nuestro intelecto en el trono. Lo que hará que ese viaje sea menos desafiante es abrazar la realidad que se nos revela, exponiendo no nuestras limitaciones sino nuestras posibilidades ilimitadas. Al destronar la inteligencia humana, la IA ha vuelto a colocar el alma en el centro de lo que significa ser humano. El alma siempre ha sido lo que nos define, pero desde la Ilustración, hemos cometido un error de categoría y hemos definido nuestra humanidad por nuestro coeficiente intelectual. Ahora que la IA ha desplazado a ese pretendiente al trono y ha puesto de relieve la relativa insignificancia del intelecto, es hora de reconectarnos con la infinitud de nuestro ser interior y el asombro y la maravilla de quiénes somos. Lea mi último artículo aquí:
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