La forma en que EE. UU. maneja el Medio Oriente es muy similar a la manera en que se administraba el Raj británico en India. Una clase relativamente pequeña de administradores equilibra un montón de principados beligerantes entre sí, con un recurso ocasional a la fuerza militar, y al menos en parte con el propósito de ayudar a mantener un conjunto extractivo de relaciones económicas. Al igual que en Gran Bretaña, el imperio solo beneficia a una pequeña clase de élites y tiene un impacto o apoyo limitado de la población en general. A diferencia de la variante británica, el Raj estadounidense tiene la característica adicional de un ferviente apoyo ideológico de un subconjunto de personas que lo ven como una misión religiosa, y que incluso están dispuestas a sacrificar cierto grado de sus intereses materiales para continuar persiguiéndola. El Raj británico continuó durante más de un siglo y solo colapsó cuando el shock externo de la Segunda Guerra Mundial hizo que ya no fuera posible para Gran Bretaña aferrarse a sus posesiones imperiales. El colapso también resultó en un nivel elevado de caos y violencia a corto plazo, aunque el equilibrio resultante fue, en última instancia, mejor para todos los involucrados.