La situación con los bienes raíces es esencialmente una forma moderna de encarcelamiento y esclavitud. Las familias jóvenes están luchando debido al alto costo de la vivienda, que se debe en gran medida a las leyes de zonificación y las regulaciones sin sentido. Puedes poseer millas y millas de tierra agrícola, pero no te permiten poner ni siquiera una casa pequeña o una camioneta para acampar, por lo que los jóvenes se ven obligados a vivir en una ciudad, pagar el alquiler o pedir préstamos para comprar un apartamento que tardará 50 años en pagarse. Si se enferman en el proceso, toda la familia estará en la calle. Y puedes olvidarte de tener un lindo apartamento en el centro de una gran ciudad; todos ellos son comprados por corporaciones que les están extrayendo hasta el último centavo. El resultado es un café artesanal y tostadas que te costarán 25 dólares, servido por una persona con un género indefinido, porque las personas heterosexuales y cuerdas se están yendo de las ciudades. Nada de esto es sostenible. Y, honestamente, la única forma de protegernos financieramente de este choque de trenes es poseer criptomonedas, oro y una propiedad inmobiliaria a la que pueda llamar hogar.