Como cualquier niño que creció en los 90, Hulk Hogan era mi héroe. Es difícil contar la cantidad de recuerdos increíbles que todos tenemos: desde derribar a Andre (antes de mi época, pero icónico y, sin duda, hizo de WrestleMania lo que es) hasta ser el tercer hombre de nWO, pasando por tener a toda Toronto animándolo y abucheando a The Rock, y muchos más. La lucha libre no sería lo que es hoy sin el Hulkster. Tuve la oportunidad de conocerlo una vez hace aproximadamente una década y, aunque debe haberlo escuchado un millón de veces, dijo que le encantaba mi versión de "¿Qué vas a hacer, hermano...?" y me alegró el día. Más que nada, representaba un ideal heroico de América, uno que trascendía más allá de decir tus oraciones y comer tus vitaminas.