Empezamos a evitar a las personas cuando no tenemos nada de qué hablar. Y no tenemos nada de qué hablar porque no hemos logrado nada. En el momento en que hacemos algo útil y creativo, aunque sea un poco, comenzamos a anhelar a las personas para poder presumir de ello :-) Por eso tener habilidades o conocimientos útiles es la cura definitiva contra la depresión y la ansiedad social. "Odiamos" a las personas porque no tenemos nada que darles, así que, en esencia, nos estamos odiando a nosotros mismos.
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